
Fuente: Informe Orwell
Durante décadas, Suecia fue sinónimo de paz social, equidad y bienestar. Sin embargo, los últimos años han desmontado esa imagen. El país atraviesa una ola de violencia sin precedentes, protagonizada en gran parte por adolescentes vinculados a bandas criminales. Aunque las estadísticas muestran una leve reducción en el número total de tiroteos, la realidad en las calles contradice cualquier atisbo de optimismo.
Uno de los puntos de inflexión fue la masacre ocurrida en febrero en Örebro, cuando un atacante con tres rifles irrumpió en un centro educativo para adultos y asesinó a diez personas, la mayoría de ellas con antecedentes migratorios. El impacto fue tal que incluso la reina Silvia, profundamente conmovida, llamó públicamente a la reconstrucción moral del país.
Pero si algo ha encendido las alarmas en 2025 ha sido la edad de los implicados en los crímenes más violentos. Según cifras del Ministerio Fiscal, en 2024 se registraron 395 menores entre 15 y 17 años procesados por asesinato o intento de asesinato, un salto exponencial desde los 16 registrados en 2013. Solo el año pasado fueron 262.
Este fenómeno ha sido interpretado por criminólogos como un cambio profundo en las dinámicas del crimen organizado. “Las bandas han encontrado en los adolescentes una vía para esquivar condenas severas”, explica David Sausdal, investigador de la Universidad de Lund. En Suecia, la legislación penal juvenil permite que un menor reciba penas considerablemente más cortas que un adulto por el mismo delito.
El caso de un joven de 17 años que asesinó a un hombre de 34 y recibió solo ocho años de cárcel, mientras que un adulto habría enfrentado hasta 24, ha reavivado el debate sobre la llamada «rebaja juvenil». En ciertos círculos criminales circula incluso el lema: “Aguanta 4 para ser 100”, una consigna que alienta a los menores a cometer asesinatos antes de cumplir la mayoría de edad.
Las redes sociales han amplificado el alcance del reclutamiento. Plataformas como TikTok o Instagram se han convertido en vitrinas donde las bandas exhiben armas, lujos y amenazas, enganchando a jóvenes de zonas marginales que sueñan con reconocimiento y dinero rápido. «Los jóvenes ven en redes cómo las propias bandas presentan su último conflicto y su vida en Dubai o en el sur de España. Cuando es posible ver asesinatos en internet grabados con cámaras GoPro, es obvio que tendrá una influencia negativa» explica Sausdal.
La Policía y los expertos advierten que el fenómeno no muestra señales de revertirse. Los barrios más vulnerables, muchos con alta presencia de población inmigrante, siguen siendo terreno fértil para las bandas e indican que hay una desconexión total con la sociedad sueca tradicional.
Pese a la disminución en el número total de tiroteos —262 en 2024 frente a 390 en 2022—, los analistas coinciden en que no hay motivos reales para celebrar. El rostro del crimen ha cambiado: es más joven, más visible y más brutal. La transformación de Suecia ya no es una predicción, sino una dolorosa realidad que ha dejado atrás el idealismo del modelo nórdico.
Envía tu comentario
Últimas
