Fuente: Voz Media

Las Naciones Unidas, el Foro Económico Mundial (FEM) y otras organizaciones internacionales que tratan de poner en práctica fantasiosas agendas sobre el cambio climático están librando una guerra contra la comida.

“Alrededor de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el ser humano está relacionado con la alimentación”, postula la ONU.

“La mayor parte de los gases de efecto invernadero relacionados con la alimentación procede de la agricultura y el uso de la tierra. Esto incluye, por ejemplo, el metano procedente del proceso digestivo del ganado, el óxido nitroso de los fertilizantes utilizados para la producción de cultivos, el dióxido de carbono de la tala de bosques para la expansión de las tierras de cultivo, otras emisiones agrícolas procedentes de la gestión del estiércol, el cultivo de arroz, la quema de residuos de cultivos y el uso de combustible en las granjas”.

Para llegar a “net zero” (emisiones netas cero) se supone que debemos reducir en gran medida, o dejar por completo, el consumo de carne.

“Los alimentos de origen animal, especialmente la carne roja, los productos lácteos y las gambas de piscifactoría, se asocian generalmente con las mayores emisiones de gases de efecto invernadero”, según la ONU.

¿Qué comer, entonces? Desde hace años, el FEM aboga por la aprobación de los insectos como ingrediente para el consumo humano. Los Estados miembros de la Unión Europea (UE) han accedido alegremente, sin preguntar a un solo consumidor europeo qué pensaba.

Como obsequio especial, en 2021 los integrantes de la UE aprobaron la introducción de gusanos de la harina, langostas migratorias y grillos domésticos como “nuevos alimentos” que pueden venderse legalmente en los productos alimenticios. Todavía más reciente, el pasado enero, el bloque autorizó “la comercialización de polvo tratado con rayos UV de larvas enteras de Tenebrio molitor (gusano de la harina amarillo) en… pan y bollos, pasteles, productos a base de pasta, productos a base de patata transformada, queso y productos a base de queso y compotas de frutas y verduras, destinados a la población en general”.

“El ‘cambio climático’ es un gran negocio, los multimillonarios que impulsan esta narrativa moralmente decadente lo tienen todo calculado”.

En Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) aún no ha aprobado el consumo de insectos, que, por suerte, siguen siendo considerados por la agencia como inmundicias o “plagas” que contaminan los alimentos.

Los líderes mundiales consideran ahora, asunto que ha ganado notoriedad, que las flatulencias de las vacas son tan peligrosas para la supervivencia futura del planeta que más de 68 países, entre ellos EEUU, Australia, Canadá y los estados de la UE, han aprobado el uso de la sustancia química Bovaer en la alimentación del ganado para evitar que las pobres vacas liberen ventosidades, reduciendo así supuestamente sus emisiones de metano.

¿Es el Bovaer malo para los humanos, a corto o largo plazo? Nadie lo sabeCualquier duda es desacreditada, inmediatamente, como una teoría conspirativa. No obstante, se nos dice que son perfectamente seguros tanto para los humanos como para las vacas en la dosis recomendada. Hay que señalar, sin embargo, que según la ficha de datos de seguridad de Bovaer, el producto químico en sí supone un peligro para la fertilidad, los ojos y la piel. ¿Se preguntó alguna vez a los consumidores si querían aditivos químicos con potenciales efectos secundarios desconocidos en sus productos lácteos? No. El producto fue aprobado por la FDA y lanzado comercialmente a finales de 2024. Quizás este sería un producto que el Secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr, debería revisar.

Guerra contra los agricultores

Si pensaba que la guerra contra los alimentos se limitaba a añadirles insectos y productos químicos, piénselo dos veces. El plan también parece incluir una ofensiva contra la agricultura, idea que parecería contraproducente, pero que se ha extendido con todo éxito por Occidente. En Estados Unidos, durante la Administración Biden, el enviado presidencial especial para el cambio climático John Kerry anunció:

“La agricultura aporta cerca del 33% de todas las emisiones del mundo. Y no podemos llegar a las emisiones netas cero a menos que la agricultura esté al frente y en el centro de la solución. No se puede seguir calentando el planeta y, al mismo tiempo, alimentarlo. Así no funciona. Tenemos que reducir las emisiones del sistema alimentario”.

Los países europeos de la UE se han comprometido con el Pacto Verde Europeo, un plan que establece el objetivo de reducir las emisiones al menos un 55% para 2030. Para resolver la ficticia crisis climática, la ganadería y la agricultura deben reducirse o, mejor aún, cerrarse. En los Países Bajos, uno de los mayores productores agrícolas del mundo, el bloque ha destinado 1.470 millones de euros a comprar y cerrar unas 3.000 pequeñas y medianas explotaciones para cumplir los objetivos de reducción de emisiones de carbono. Si los agricultores no quieren vender, podrían ser obligados a vender

Los ganaderos que cierran deben garantizar que no volverán a iniciar actividades ganaderas en otro lugar del país o el continente. “El Gobierno holandés afirma que debe frenar sus emisiones de óxido de nitrógeno y amoníaco en un 50% para 2030 con el fin de cumplir los objetivos de la UE en materia de emisiones de gases de efecto invernadero”, según Farmers Weekly. “Considera a las explotaciones ganaderas como picos contaminantes y dice que su cierre es necesario para cumplir la normativa”.

En Irlanda, el pasado septiembre, en un plan que al parecer costaría 640 millones de dólares, el Gobierno, sugirió matar 200.000 vacas en los próximos tres años para “reducir las emisiones de metano”.

En el Reino Unido, el primer ministro, Keir Starmer, está librando una guerra fiscal contra los granjeros que obligará a muchos a abandonar sus negocios. Además, ofrece dinero a los agricultores por no producir cultivos alimentarios, sino piensos para aves. “Nos han ofrecido 2.500 libras para unirnos a un plan durante tres años, durante los cuales no deberíamos suministrar ningún alimento”, dijo un agricultor británico en una reunión de Reform UK.

Como preguntó retóricamente un agricultor británico: “¿En el futuro, de dónde vendrán los alimentos?”. Es una excelente pregunta, pero las élites del cambio climático también tienen respuestas para eso.

Crisis falsa, beneficios reales

El movimiento del cambio climático es un gran negocio; los multimillonarios que impulsan esta narrativa moralmente decadente lo tienen todo calculado. Han estado invirtiendo en alimentos de falsa carne basados en plantas para cosechar los beneficios una vez que se haya ganado la guerra a los agricultores. Personas como Bill Gates y Jeff Bezos llevan años invirtiendo en empresas semejantes. Todo el propósito de Beyond Meat, Impossible Foods y otras es convertirse en un sustituto de la carne real, que, si las élites se salen con la suya, ya no podremos comer. Si estos alimentos altamente procesados no son saludables, pues, mala suerte. Las ganancias que generen llenarán los bolsillos de las élites de la FEM.

“Proteínas alternativas” tendrían que sustituir a la carne, dijo Bill Gates en una entrevista de 2021; la crisis climática, continuó, “es mucho peor que la pandemia”. Por eso también apostó por Nature’s Fynd, una empresa que fabrica alimentos que suenan irresistibles.

“Esta empresa, Nature’s Fynd, convierte hongos en salchichas y yogur. Bastante asombroso”, dijo Gates . Él mismo, por supuesto, dice que prefiere las hamburguesas de carne de verdad, igual que también prefiere los jets privados para desplazarse entre sus múltiples mansiones.

“Probablemente tengo una de las mayores huellas de gases de efecto invernadero del planeta. Sólo la huella de los vuelos personales es gigantesca”, admitió. Pero eso está bien, para Gates, pareceEs rico y puede permitirse pagar sus preferencias, no como nosotros, pobres campesinos, que tendremos que comer hongos y bichos.

“Ahora, estoy gastando bastante para comprar combustible de aviación hecho con plantas. Me he cambiado a un coche eléctrico. Uso paneles solares. Estoy pagando a una empresa que realmente, a un precio muy alto, puede sacar un poco de carbono del aire y meterlo bajo tierra”.

Gates es también el mayor terrateniente privado de Estados Unidos.

Las élites saben lo que hacen. Cerrar granjas y matar ganado significa que los precios se dispararán, incluso más de lo que están hoy, obligando a la gente ordinaria sin los medios financieros de Gates, Bezos y Klaus Schwab a dejar de comer carne, y finalmente vivir de plantas e insectos para salvar el planeta, todo mientras los señores supremos, electos o no, siguen viviendo sus estilos de vida multimillonarios.

Los costes seguirán aumentando mientras la gente permita que esos supuestos dirigentes determinen cómo debemos vivir y qué debemos comer. El momento de poner fin a su bondadosa protección es ahora. 

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