
Un grupo de investigadores y legisladores japoneses publicó el 15 de junio una base de datos sobre 18 millones de personas vacunadas contra el COVID-19, revelando hallazgos alarmantes. Según el análisis, liderado por el doctor Yasufumi Murakami, profesor de la Universidad de Ciencias de Tokio, “cuantas más dosis recibe una persona, más pronto es probable que muera”.
Los datos, presentados en una transmisión pública, muestran una tendencia clara: las personas vacunadas experimentaron un pico de mortalidad entre 90 y 120 días después de su última dosis. “Se forma un pico significativo a los tres o cuatro meses”, afirmó Murakami, señalando que las reacciones adversas de la vacuna serían la causa probable. En contraste, no se observó un aumento notable en las muertes entre los no vacunados.
Un gráfico destacó que, a mayor número de dosis, el pico de mortalidad ocurre más cerca del momento de la última inyección. “Encontramos que, a medida que aumenta el número de dosis, el pico de muertes aparece más rápido, lo que significa que más dosis conllevan un mayor riesgo de morir en un período más corto”, explicó Murakami.
El equipo, que incluyó al parlamentario Kazuhiro Haraguchi y la periodista Masako Ganaha, obtuvo los datos tras exigir transparencia al gobierno japonés. Ganaha escribió: “¡Si el gobierno no lo hace, el pueblo debe investigar las muertes masivas de japoneses! Base de datos de 18 millones de vacunados revelada por primera vez”.
Murakami subrayó la gravedad de los hallazgos: “Si la vacuna no tuviera toxicidad o no indujera muertes, no habría un pico. Ese es el punto”. Los datos sugieren que la toxicidad se acumula con cada dosis adicional, aumentando el riesgo.
El estudio ha generado comparaciones con la vacuna contra la influenza porcina de 1976 en EE.UU., retirada tras 53 muertes y 550 casos de síndrome de Guillain-Barré. Los investigadores japoneses piden una revisión urgente de las políticas de vacunación.
Aunque los datos son preocupantes, algunos cuestionan la falta de detalles específicos, como porcentajes exactos. Sin embargo, la magnitud del estudio, que abarca 18 millones de personas, refuerza la necesidad de un debate abierto sobre la seguridad de las vacunas COVID-19.
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