Fuente: La Gaceta
El Gobierno de Italia, presidido por Giorgia Meloni, ha convertido el aumento de la natalidad en una batalla por la identidad para hacer frente al «gran reemplazo». Este concepto sugiere que las poblaciones autóctonas europeas están siendo gradualmente sustituidas por inmigrantes, un tema que la líder italiana aborda con determinación. A pesar de los esfuerzos, las estadísticas demográficas muestran que la tasa de nacimientos sigue siendo alarmante, con sólo 7.0 nacimientos por cada 1.000 habitantes y un promedio de 1.2 hijos por mujer en 2023, según datos recientes.
Para impulsar esta causa, Meloni ha implementado una serie de iniciativas innovadoras. Entre ellas destacan las deducciones tributarias destinadas a madres con dos o más hijos, especialmente aquellas con ingresos modestos, así como la prolongación del permiso de maternidad. Además, se han establecido acuerdos con numerosas empresas para facilitar la reincorporación laboral de las mujeres tras el periodo de crianza, incluyendo evaluaciones de fertilidad y mayor flexibilidad en los horarios.
Sin embargo, los desafíos económicos y sociales persisten como obstáculos principales. Expertos señalan que los sueldos reducidos, el encarecimiento de la vivienda y la precariedad de los contratos laborales dificultan que las parejas jóvenes formen familias. Sólo aquellos que cuentan con herencias o propiedades familiares parecen capaces de sortear estas barreras, según comentarios en redes sociales que reflejan las preocupaciones de la ciudadanía.
En este contexto, la estrategia de la primera ministra italiana busca evocar un retorno a los valores tradicionales, utilizando el término afectuoso «bambini» para inspirar a la población. No obstante, las realidades actuales, donde la estabilidad financiera prevalece sobre el crecimiento familiar, sugieren que el éxito de estas medidas podría requerir un enfoque más integral.