Fuente: La Gaceta
El próximo 23 de agosto, el Jardín Botánico de Berlín abrirá sus puertas no sólo a plantas y visitantes, sino también al festival drag «Queens & Flowers«, un evento que se anuncia como apto para toda la familia y que está financiado íntegramente con dinero público.
La iniciativa, que celebra su segunda edición, cuenta con el apoyo del Senado de Berlín, que está dirigido por el partido aliado del PP, CDU.
Entre las actividades programadas figuran actuaciones de drag queens con nombres provocativos —como «Tessa Testicel», un juego de palabras sobre genitales masculinos—, «talleres interactivos» y una «hora de cuentos» donde hombres vestidos de mujer leerán libros infantiles.
La alcaldesa del distrito de Steglitz-Zehlendorf, organizador directo del evento, la ecologista Maren Schellenberg, celebró el festival como «una gran oportunidad de encuentro, visibilidad y solidaridad». En la misma línea, el director del Jardín Botánico, Thomas Borsch, defendió la cita subrayando que «proteger y preservar la diversidad es más importante que nunca —esto se aplica a las plantas tanto como a las personas—».
Pero la iniciativa ha despertado fuerte rechazo. Julian Reichelt, director del portal Nius.de, denunció que se trata de «pederastia organizada y promovida por el Estado«. Críticos advierten de que se está exponiendo deliberadamente a los niños a espectáculos de contenido sexualizado bajo la bandera de la «diversidad».
No se trata de un caso aislado. En Baden-Württemberg, el propio Ministerio de Salud financió un taller drag para menores donde se les animaba a experimentar con disfraces, maquillaje y performance escénica.
La oposición soberanista, liderada por la AfD, ha puesto el dedo en la llaga. Su presidenta, Alice Weidel, que vive en una relación homosexual, marcó distancias entre los derechos reales de las personas homosexuales y la agenda de género impuesta por las organizaciones LGBT: «No queremos drag queens ni representantes de género en las escuelas. No queremos que se confunda a nuestros hijos con cuestiones ideológicas de género».
Con la excusa de la diversidad, las instituciones alemanas están destinando millones de euros de los contribuyentes a eventos que normalizan la confusión de género desde la infancia. La elección del Jardín Botánico como escenario del festival no es casual: un lugar emblemático convertido en escaparate de la ideología woke y en símbolo de cómo el Estado pretende reeducar a los más pequeños en nombre de una «diversidad» que arrasa con el sentido común.