Fuente: Voz Media
Por Carlos Dominguez
La Administración Trump anunció la semana pasada que reducirá a 7.500 el número de refugiados que Estados Unidos admitirá en 2026 y que dará prioridad, entre otros grupos, a sudafricanos blancos (principalmente afrikáners) en el proceso de admisión, por considerarlos víctimas de discriminación y violencia en Sudáfrica, y porque aceptarlos responde a “motivos humanitarios o al interés nacional”.
Los afrikáners son parte de una comunidad calvinista de origen holandés que llegó al Cabo Buena Esperanza en 1652, seguidos por los franceses y los alemanes. Con los años, este grupo desarrolló costumbres y un idioma propio, el afrikáans. Esta comunidad se ha dedicado durante siglos al desarrollo de la agricultura en Sudáfrica, pero también ha sido sistemáticamente perseguida desde el fin del apartheidy muchos de sus miembros han sido asesinados por sus tierras.
BREAKING – President Trump’s administration is effectively ending immigration into the United States, cutting annual spots from 125,000 to just 7,500, mostly reserved for White South Africans fleeing racial discrimination. pic.twitter.com/kR86684n9G
— Right Angle News Network (@Rightanglenews) October 30, 2025
En enero, el presidente socialista de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, firmó una ley de expropiación de tierras que permite al Gobierno confiscar propiedades privadas para fines públicos, sin indemnización, si considera que es «justo, equitativo y de interés público«.
Las tensiones políticas y administrativas relacionadas con la nueva reforma agraria y la posible expropiación sin compensación son percibidas por los propietarios blancos como una forma de presión que agrava la inseguridad de su comunidad.
Ahora, tras años de persecución, los afrikáners temen perder el legado agrícola que han protegido durante tantas generaciones.
Ernst Roets, la denuncia de un genocidio
El escritor, cineasta y activista sudafricano Ernst Roets ha hecho este año una gira por diferentes pódcast con el objetivo de denunciar la brutal realidad bajo la que viven los afrikáners en su país. Sus opiniones se basan en su formación jurídica y en su labor de defensa del derecho de las minorías, en particular en AfriForum y en Lex Libertas.
En 2018, Roets publicó Kill the Boer («Matar al bóer»), en el que el autor argumenta que el Gobierno y la policía en Sudáfrica han sido cómplices de las matanzas de los granjeros blancos, ya sea por negligencia o por instigación.
Asimismo, el activista considera que las más de 140 leyes sudafricanas basadas en la raza, en las que los blancos son discriminados por su color de piel, han convertido a la otrora próspera nación en un país tercermundista, donde ni un solo departamento gubernamental funciona correctamente.
Conocido por su postura crítica contra el Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés), en el poder desde 1994, Roets asegura que la situación en Sudáfrica es más compleja de lo que parece, ya que el país está conformado por muchas tribus negras, inmigrantes indios, asiáticos, judíos y blancos. Según él, no se trata solo de personas negras pidiendo reparaciones, como suele pensar la militancia progresista.
La anatomía ideológica del ANC, entre Frantz Fanon y Karl Marx
El ANC es la organización política más antigua de Sudáfrica, fundada en 1912 como un supuesto movimiento de liberación que se oponía al apartheid. Sin embargo, sobre todo desde que está en el poder, ha sido acusado de estar vinculado a actos de violencia, así como de persecución y asesinatos contra miembros de la comunidad afrikáner.
Durante el apartheid, el ANC operaba desde el exilio y contaba con gran apoyo de la Unión Soviética y de Alemania Oriental, siendo estos dos países los que le proporcionaron entrenamiento militar, armas y apoyo ideológico. Por otra parte, China también apoyó a esta organización con la financiación de una escuela de liderazgo político que sigue el modelo educativo del Partido Comunista Chino (PCCh).
En julio, en el pódcast de Ayaan Hirsi Ali, Roets describió la ideología del ANC como «una mezcla de nacionalismo racial y socialismo«. Según el activista, «la organización se siente orgullosa de ser marxista-leninista,yla mejor manera de describir su ideología es como una mezcla entre las ideas del activista radical Frantz Fanon y Karl Marx«.
El comienzo de la masacre
Luego del desmantelamiento del apartheid en 1990, el presidente Frederik de Klerk legalizó el ANC y fue Cyril Ramaphosa, actual presidente de Sudáfrica, el principal negociador de esta organización durante la transición. Según Roets, a pesar de los esfuerzos de Nelson Mandela por la reconciliación, es a mediados de los 90 cuando se intensificaron los asesinatos de granjeros blancos en el país.
De acuerdo al activista, el ANC tenía como política clara el atacar a los agricultores blancos. «Ellos celebraron una conferencia y decidieron, en lo que denominaron ‘operaciones militares’, que no distinguirían entre objetivos duros y blandos. En otras palabras, esto implicaba que podrían atacar a personas inocentes».
«Explicaron explícitamente que los agricultores eran considerados objetivos y debían ser tratados como tales», dijo Roets a Ayaan Hirsi Ali durante el pódcast.
En marzo, en conversación con Jordan Peterson, Roets contó que un diputado, que era miembro de la oposición y que formó parte de las negociaciones de transición, le preguntó a Ramaphosa que cuál era su plan para tratar con los blancos. A lo que este respondió: «Bueno, eso es fácil. Tratas con ellos como si hirvieras viva a una rana«, es decir, poner la rana en el agua y subir la temperatura gradualmente para hervirla sin que se de cuenta.
«Mata al bóer», un discurso protegido
En el pódcast de Peterson, Roets también denunció los discursos que actualmente se llevan a cabo en Sudáfrica contra los granjeros blancos en los que, una vez terminados los actos, el público corea: «Mata al bóer, mata al granjero«.
De acuerdo con el activista, «no se trata sólo de unos pocos extremistas en los márgenes. Se trata de actos políticos importantes en los que se utiliza esta retórica».
How politicians use inequality to incite violence.
— Lex Libertas (Formerly Pioneer Initiative) (@LexLibertasOnX) August 28, 2025
Do you have some questions about Lex Libertas? Click on the link to read our FAQ's – https://t.co/KhFMdK7z15 pic.twitter.com/qM5htk4bm7
A pesar de que ha habido intentos de impugnarla legalmente, Roets afirma que «hasta ahora los tribunales han dictaminado que es un discurso protegido y el argumento es que forma parte de las canciones de lucha de la era anti-apartheid».
Sin embargo, el activista argumenta que el contexto ha cambiado claramente. Para él, ya no se trata de resistirse a un sistema opresivo, sino de atacar a un grupo minoritario, ya que «el contexto histórico no justifica su uso hoy en día cuando está claramente incitando a la violencia contra un grupo específico».
La cultura, enemiga del proyecto comunista
Roets aseguró a Peterson que una de las cosas que el ANC hizo muy bien tras asumir el poder fue convencer a la población de que el principal problema de Sudáfrica era un triángulo compuesto por desempleo, pobreza y desigualdad.
«Por desgracia, no parecen saber cómo fomentar la producción. No saben cómo arreglar el problema del desempleo porquecreen que la solución es el socialismo. Irónicamente, han llegado a un punto en el que sólo pueden pensar en la desigualdad«, afirmó Roets.
Por otra parte, durante años, el ANC también le ha hecho la guerra a la noción de cultura. Roets dijo a Ayaan Hirsi Ali que se trata del típico proyecto comunista en el que la cultura tiene que ser destruida porque representa «una barrera a este objetivo ideológico» que quieren conseguir.
Roets explicó que, desde el principio, el ANC describió la cultura como un «retroceso» y que, irónicamente, para combatir el colonialismo promovieron que todos debían hablar inglés, con el objetivo de presentarse en las elecciones como un pueblo negro unificado, sin distinción de tribus.
La descentralización como solución
Roets afirma que en Sudáfrica existen numerosas naciones y tribus que no pueden tomar decisiones sobre sus propios asuntos, ya que todo está controlado por el Gobierno central. Según él, este desprecia la identidad cultural, considerándola como algo tribal y atrasado. Un ejemplo de esto es un eslogan del Gobierno que dice: “Para que la nación prospere, la tribu debe morir”.
El activista afirma que para los sudafricanos la nación es algo distinto de lo que muchos occidentales piensan de la nación: «La nación es algo artificial. Es una construcción. Es poner a todas estas personas juntas, agruparlas», afirma Roets.
Para el activista, la solución no consiste simplemente en proponer un presidente distinto o un nuevo partido que asuma el control del Parlamento, ya que existen problemas estructurales fundamentales en el sistema político.
«Podría ser una federación, podría ser alguna forma de autonomía cultural, podría ser una autonomía territorial, podría adoptar diferentes formas, podría ser una balcanización«, afirma Roets.
Donald Trump tiende la mano a los afrikáners
En respuesta a la ley de expropiación de tierras en Sudáfrica, Trump firmó en enero una orden ejecutiva para crear un programa de refugiados con el propósito de conceder asilo a los afrikáners que han sido víctimas de «discriminación por motivos raciales«, «genocidio» y «persecución patrocinada por el Gobierno«, y puso fin a la ayuda estadounidense a Sudáfrica.
En mayo, el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, visitó los Estados Unidos para reunirse con el presidente. Durante el encuentro, se produjo un momento de tensión cuando en el Despacho Oval se exhibieron vídeos que mostraban fosas comunes y el llamamiento del político comunista Julius Malema a «disparar a los bóers«.
In the Oval Office, @POTUS confronted South African President Cyril Ramaphosa's denial of the shocking treatment his country's white farmers are facing with video evidence.
— Rapid Response 47 (@RapidResponse47) May 21, 2025
Watch the video and ensuing discussion in its entirety: pic.twitter.com/SXh5L3i5AN
Trump sugirió que los ataques formaban parte de un «genocidio» contra los sudafricanos blancos. No obstante, Ramaphosa negó categóricamente esas afirmaciones y aseguró que la mayoría de las víctimas de violencia en Sudáfrica son ciudadanos negros.
Gracias a las acciones de la Administración Trump, docenas de afrikáners comenzaron llegar en mayo a EEUU. Unas 49 personas, incluyendo a familias enteras con niños, fueron recogidas por un avión fletado por el Gobierno estadounidense para ser trasladados al país.
El genocidio en Sudáfrica
El informe específico sobre países más reciente de Genocide Watch sitúa a Sudáfrica en la fase 6 de polarización, lo que ha activado el estado de alerta de la organización.
Esta clasificación indica riesgos graves e identifica a los inmigrantes africanos y a los granjeros blancos como los principales grupos amenazados.
Según las 10 etapas del genocidio descritas por la organización, la polarización se produce cuando grupos extremistas crean divisiones entre diferentes facciones sociales.
La impunidad es evidente en los asesinatos de granjeros blancos, y Genocide Watch afirma que muchos de estos asesinatos son crímenes de odio, y que los autores suelen atacar a los granjeros con métodos brutales.
«El partido marxista y racista Economic Freedom Fighters (EFF) de Julius Malema fomenta estos asesinatos, cuyo objetivo es aterrorizar a los granjeros para que emigren de Sudáfrica. Muchos de los asesinatos son crímenes de odio. Los autores torturan, violan y destripan a sus víctimas. Dejan Biblias en afrikáans sobre los cadáveres. Los granjeros blancos están indefensos porque Sudáfrica prohibió la posesión privada de armas y disolvió las cooperativas de protección mutua que los granjeros habían organizado en su día», declara la organización.
Por otra parte, un informe del Departamento de Estado, publicado durante la Administración Biden sobre las condiciones de los derechos humanos en Sudáfrica, recoge datos de una organización de la sociedad civil según los cuales, entre 2021 y 2022 se produjeron un total de 748 ataques a granjas y más de 100 asesinatos dirigidos contra sudafricanos blancos.









