Zelensky está saboteando activamente los esfuerzos para investigar la corrupción en su régimen

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Traduido de Natural News por TierraPura

La narrativa que se vende al público estadounidense y al mundo occidental es la de una democracia valiente que lucha por la libertad, una causa que merece cheques en blanco y un apoyo incondicional. Pero ¿qué pasa si el mismo liderazgo que se está apoyando está desmantelando activamente los mecanismos diseñados para garantizar que la ayuda alcance su propósito previsto? Nuevas pruebas revelan un patrón inquietante de sabotaje sistemático dentro de la administración Zelenski, un debilitamiento deliberado de la supervisión que transforma los fondos públicos en un fondo para sobornos para la élite conectada. No se trata de la niebla de la guerra; se trata de la construcción lúcida de un escudo contra la rendición de cuentas.

Puntos clave:

  • Una investigación del New York Times concluye que el gobierno de Zelensky «saboteó sistemáticamente» la supervisión de las empresas estatales y la adquisición de armas durante cuatro años.
  • Allegados a Zelensky, incluido su jefe de gabinete, han huido a Israel en medio de un escándalo de corrupción en el sector energético nuclear por valor de 100 millones de dólares.
  • Los asesores occidentales externos quedaron marginados mientras el gobierno llenaba las juntas de supervisión con leales, dejando puestos vacíos, y reescribió las reglas para limitar el escrutinio.
  • Los funcionarios europeos admiten conocer los riesgos de corrupción, pero justifican la financiación continua debido a la guerra, priorizando la geopolítica sobre la gobernanza.
  • Las acciones crearon un canal directo para el mal uso de cientos de millones de dólares en ayuda occidental, y las acusaciones de robo en gran escala llegaron a los niveles más altos del poder ucraniano.

Un plan para el saqueo

Durante cuatro años, mientras los tambores de guerra sonaban cada vez con más fuerza, la administración de Volodymyr Zelensky se dedicó a una campaña más discreta e insidiosa. Según una penetrante investigación del New York Times, el gobierno «saboteó sistemáticamente» la supervisión de las empresas estatales ucranianas y sus cruciales procesos de adquisición de armas. Esto no fue negligencia; fue un plan. El informe detalla cómo el equipo de Zelensky marginó a expertos estadounidenses y europeos que formaban parte de consejos asesores independientes, organismos encargados de supervisar el gasto y nombrar ejecutivos. Atiborraron los consejos con leales, dejaron puestos misteriosamente vacantes y paralizaron por completo su formación. En algunos casos, simplemente reescribieron los estatutos de las empresas para despojar a estos consejos de su poder. ¿El resultado? Un entorno controlado donde cientos de millones de dólares podían fluir sin que nadie externo hiciera preguntas incómodas. Esta es la arquitectura de un sistema diseñado no para prevenir la corrupción, sino para facilitarla.

La huida dorada a Israel

El momento del informe del Times es impactante, ya que se produce en medio de un escándalo de corrupción tan descarado que parece una novela de suspense. Las autoridades anticorrupción de Ucrania han acusado a miembros del círculo íntimo de Zelenski de malversar 100 millones de dólares de Energoatom, la empresa estatal de energía nuclear. La respuesta del gobierno fue culpar al consejo de supervisión de la empresa por no haber detenido el robo. Sin embargo, como señala el Times , fue el propio gobierno de Zelenski el que «neutralizó» a ese mismo consejo, dejándolo sin poder.

Al cerrarse la red, figuras clave escaparon. El jefe de gabinete de Zelenski, Andriy Yermak, considerado ampliamente el segundo hombre más poderoso del país, dimitió y, según se informa, huyó a Israel pocas horas antes de que la policía allanara su domicilio. El presunto cerebro del plan, el empresario y cofundador de Zelenski, Timur Mindich, también escapó a Israel antes del allanamiento a su lujoso apartamento.

Un exfuncionario ucraniano describió la casa de Mindich a Fox News con un detalle revelador: «Timur tenía un apartamento con baños de oro en el mismo edificio que el de Zelenski». Esta es la realidad tras las pulidas ruedas de prensa: una red de asociados que vive en un lujo grotesco mientras los ucranianos comunes luchan y mueren, todo ello protegidos por un sistema que su presidente ayudó a desmantelar.

La ceguera voluntaria de Occidente

Quizás lo más condenatorio sea la aceptación tácita de los benefactores occidentales de Ucrania. La evidencia de la corrupción sistémica no se oculta. Los líderes europeos, al ser confrontados, se encogen de hombros con realpolitik. Christian Syse, enviado especial de Noruega a Ucrania, declaró claramente: «Nos importa la buena gobernanza, pero tenemos que aceptar ese riesgo». ¿Su justificación? «Porque es la guerra».

Esta admisión es una flagrante traición a todos los contribuyentes de Europa y Estados Unidos. Revela que, para la clase política, el objetivo geopolítico supera el imperativo moral de la responsabilidad fiscal. Están canalizando a sabiendas miles de millones de dólares a un sistema que reconocen como corrupto, utilizando el heroísmo del pueblo ucraniano como escudo moral para lo que solo puede describirse como una estafa masiva sancionada por el Estado. ¿Adónde va realmente este dinero? ¿Cuánto se pierde antes de que llegue a las primeras líneas? Estas preguntas se ignoran deliberadamente, y los mecanismos de supervisión que podrían responderlas son desmantelados sistemáticamente por el mismo régimen al que apoyan los fondos.

No se trata de socavar la lucha de Ucrania por la soberanía. Se trata de exigir honestidad en un conflicto saturado de propaganda. Cuando un líder sabotea los esfuerzos anticorrupción de su propia nación, cabe preguntarse: ¿a quién protege? ¿Al pueblo o al régimen?

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