Joana Campos – Gateway Hispanic
El mayor general retirado Clíver Antonio Alcalá Cordones, excomandante chavista condenado en Estados Unidos por narcotráfico y colaboración con las FARC, ha enviado una carta incendiaria al presidente Donald Trump.
Fechada el 8 de diciembre de 2025, el documento destapa una red criminal transnacional donde los hermanos Delcy y Jorge Rodríguez emergen como los verdaderos titiriteros del poder en Venezuela, no Maduro ni Diosdado Cabello.
Alcalá, quien sirvió 34 años en las Fuerzas Armadas Bolivarianas y se entregó voluntariamente a autoridades estadounidenses en 2020, describe el chavismo como un «aparato criminal» que amenaza directamente la seguridad nacional de EE.UU. a través del narcotráfico, fraudes electorales y alianzas terroristas.
Alcalá, quien cumple 21 años de prisión por suministrar armas a las FARC bajo órdenes de Hugo Chávez —un «enorme error» que lamenta de por vida—, ofrece testificar ante las autoridades estadounidenses.
Su misiva, entregada vía su equipo legal, pinta un panorama de corrupción sistémica que se remonta a la era Chávez y se consolida bajo Maduro.
Anteriormente, lo habíamos reportado en Gateway Hispanic sobre el Cártel de los Soles como eje del narcoterrorismo chavista, con vínculos en minería ilegal y pandillas transnacionales.
El núcleo de la denuncia apunta al Cártel de los Soles, designado recientemente por Washington como organización terrorista. Alcalá afirma que esta estructura, integrada por altos mandos militares y civiles, no es liderada por Maduro, sino por Delcy Rodríguez —vicepresidenta y figura clave en política económica— y Jorge Rodríguez —presidente de la Asamblea Nacional y operador electoral—.
«Con un perfil público deliberadamente bajo y calculado, son las verdaderas mentes maestras maquiavélicas detrás de los líderes de la corporación de carteles conocida como el Cártel de los Soles», escribe. Ellos, sostiene, controlan a Maduro y Cabello, asegurando la supervivencia del régimen mediante el lavado de dinero vía narcotráfico y minería ilegal.
El cartel opera como una «red difusa» dentro del Ejército venezolano, involucrada en contrabando de gasolina, oro y cocaína, con envíos directos a EE.UU.
Un capítulo escalofriante detalla el origen del Tren de Aragua, la megabanda que Washington también etiquetó como terrorista en febrero de 2025. Alcalá relata que en 2011, como comandante en Aragua, lideró la toma militar de la prisión de Tocorón —cuartel general de la pandilla—, pese a presiones del gobierno chavista para abortarla.
La operación dejó 16 criminales muertos, pero reveló nexos directos entre reclusos y el régimen. «El entonces ministro de Deportes, Antonio Enrique ‘Potro’ Álvarez, fue enviado por Chávez para coordinar con líderes criminales», afirma.
Bajo Maduro, estas estructuras se fortalecieron: prisiones como depósitos de armas, control de votos electorales y expansión transnacional. Alcalá acusa a Maduro de «exportar» al Tren de Aragua a países vecinos y EE.UU., usando inmigrantes venezolanos como cobertura.
La banda, nacida en Tocorón en 2014, se expandió con la crisis inmigratoria, cometiendo asesinatos como el de Ronald Ojeda en Chile en 2024.
El fraude electoral emerge como otro pilar del control chavista.
Alcalá denuncia que «la mayoría de las elecciones en Venezuela han sido manipuladas» mediante sistemas paralelos de Smartmatic, alterando resultados en zonas sin observadores opositores. Señala al general Carlos Quintero —vicepresidente del Consejo Nacional Electoral (CNE)— como el «ingeniero» de esta tecnología, usada también en EE.UU. y otros países. Los hermanos Rodríguez, añade, supervisaban todo.
