Fuente: Mundo Libre Diario
En la China de principios de la década de 1960, la hambruna no era un rumor, sino un panorama. Las aldeas se vaciaron. Las familias se desmoronaron. Condados enteros desaparecieron de los censos. Y en medio de esta devastación, Zhou Enlai tomó decisiones que han sido objeto de un profundo reexamen a medida que salen a la luz nuevos registros de archivo.
Aunque la propaganda del PCCh presentó durante mucho tiempo a Zhou como el contrapeso moral de Mao Zedong, los recuerdos internos cuentan una historia más dura: una en la que Zhou sabía que la gente se moría de hambre, continuó extrayendo granos de todos modos y luego destruyó evidencia clave que documentaba el costo humano.
Beijing continuó la extracción de granos a pesar de la hambruna generalizada
A finales de 1958, ya se habían registrado casos de hambruna. Para la primavera de 1959, la hambruna se había extendido por todo el país. Los informes que llegaban a Beijing describían un edema masivo, la muerte de familias enteras y el colapso silencioso de las regiones rurales.
Un informe del Consejo de Estado, entregado a Zhou en abril de 1959, contabilizó más de 25 millones de personas sin ningún grano. Cartas de Henan reportaban cadáveres a lo largo de los caminos rurales. Jiangsu reportó 120.000 pacientes con edema urbano; las cifras rurales eran mucho peores.
Sin embargo, incluso mientras estos informes se acumulaban, Beijing continuó su curso: la adquisición de granos aumentó, las exportaciones continuaron y los funcionarios locales recibieron instrucciones de cumplir con las cuotas independientemente de las muertes.
Zhou ignora la hambruna generalizada en Xinyang
En 1960, investigadores internos entregaron un informe devastador sobre Xinyang, donde más de un millón de personas murieron en una sola catástrofe regional. Zhou reconoció la responsabilidad, pero no tomó medidas correctivas. No se abrieron graneros. No se emitieron órdenes de emergencia.
La hambruna se intensificó.
Una de las revelaciones más sorprendentes se refiere a la decisión de Zhou —tomada en el punto álgido de la hambruna— de comprar oro en el extranjero con grano chino. Desde 1960 hasta 1970, China compró cientos de miles de taels de oro anualmente, transportándolos a casa en vuelos especiales.
Para comprar 100.000 taels de oro se necesitaban casi 100 millones de kilogramos de arroz, el mismo recurso del que millones de personas carecían para sobrevivir.
Zhou Enlai ordenó la destrucción de un informe sobre la hambruna a nivel nacional.
En 1961, tres altos funcionarios elaboraron un informe nacional sobre el suministro de grano y la pérdida de población. Al agregar las cifras, se observó una disminución demográfica de varias decenas de millones.
Sólo dos hombres recibieron el informe: Mao Zedong y Zhou Enlai.
La respuesta de Zhou fue inmediata y escalofriante: «Destrúyanlo. No permitan que circule».
Las planchas de impresión y todas las copias fueron quemadas. Zhou hizo un seguimiento por teléfono: «¿Fue destruida?».
Solo después de recibir la confirmación, colgó.
Los comentarios de archivo sugieren que Zhou tenía dos preocupaciones primordiales: salvar a las ciudades de la escasez de alimentos que podría causar inestabilidad política y suprimir la evidencia de que la hambruna era provocada por el hombre.
Las muertes rurales —de gran escala— no conllevaron el mismo riesgo político.
Durante décadas, las autoridades oficiales chinas atribuyeron la hambruna a «desastres naturales». Pero los relatos recopilados en Nuevos Descubrimientos sobre Zhou Enlai ofrecen un panorama más claro: la hambruna fue política, las muertes evitables y el ocultamiento deliberado.
Y en el centro de esas decisiones estaba Zhou Enlai, un líder elogiado durante mucho tiempo por su moderación, pero profundamente implicado en uno de los capítulos más oscuros de la historia moderna de China.
Por Yitian









