Traducido de Vision Times por TierraPura
Por Guiyu
En la Europa medieval, pocas historias fueron contadas tan ampliamente —o tan duraderas— como la leyenda de San Jorge matando al dragón.
A primera vista, es una historia de valor caballeresco y devoción religiosa. Sin embargo, debajo de esa narrativa se esconde un significado más profundo. A lo largo de los siglos, la historia ha servido como alegoría moral de algo mucho más amplio: la lucha persistente entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad, que recorre la historia de la humanidad y las civilizaciones.
La fe frente al mal
San Jorge fue un soldado romano que vivió durante el período de la Tetrarquía del Imperio Romano. Cristiano comprometido, fue posteriormente ejecutado por negarse a renunciar a su fe y posteriormente canonizado como santo.
Su leyenda más famosa se centra en un enfrentamiento con un dragón.
Según La leyenda dorada, una de las colecciones medievales de vidas de santos’ más influyentes, el episodio tuvo lugar en la ciudad de Silene, identificada de diversas formas con regiones de la actual Libia o Líbano. Un temible dragón, del que se dice que es portador de peste y muerte, aterrorizó la ciudad y envenenó sus alrededores.
Para apaciguar a la bestia, los residentes primero sacrificaron ganado. Cuando eso fracasó, recurrieron al sorteo para ofrecer a los niños. Finalmente, se seleccionó a la propia hija del rey.
Mientras esperaba su destino, llegó un caballero que pasaba por allí —George—.
Armado con su lanza, llamada Ascalón, George hirió al dragón. Le ordenó a la princesa que guiara a la criatura sometida de regreso a la ciudad como si fuera un animal domesticado. Dirigiéndose a la gente del pueblo, George declaró que si aceptaban el bautismo, mataría al dragón.
Según la leyenda, quince mil personas se convirtieron. Luego George decapitó al dragón. Más tarde se construyó una iglesia en el lugar y de su altar fluía un manantial que se cree tenía poderes curativos.
Dentro de la tradición occidental, el simbolismo de la historia es inconfundible.
El dragón representa fuerzas del mal, a menudo entendidas como Satanás.
La princesa simboliza la inocencia y la humanidad vulnerable.
San Jorge encarna el coraje, la justicia y la fe inquebrantable.
Arte, memoria y un legado duradero
Gracias a estas asociaciones, San Jorge se convirtió en el santo patrón de muchas regiones, incluidas Inglaterra, Georgia, Etiopía, Lituania, Portugal y Cataluña.
Entre las representaciones artísticas más famosas de la leyenda se encuentra “San Jorge y el Dragón”, pintada alrededor de 1470 por Paolo Uccello, uno de los primeros artistas del Renacimiento italiano. Versiones de la obra se conservan en importantes instituciones como la National Gallery de Londres y el Museo Británico.
La pintura se destaca por su dragón estilizado, su uso pionero de la perspectiva y la composición dramática en la que la lanza de George perfora la cabeza del dragón. La princesa, sosteniendo al dragón derrotado, refuerza visualmente el triunfo del bien sobre el mal.
En Inglaterra, el Día de San Jorge, que se celebra el 23 de abril, sigue siendo una ocasión nacional. San Jorge también ocupa un lugar destacado en la literatura inglesa. En Enrique VWilliam Shakespeare lo invoca en el famoso grito de guerra: “¡Dios por Harry, Inglaterra y San Jorge!”
Una batalla cósmica más allá del mundo humano
Si la batalla de San Jorge representa la lucha entre el bien y el mal en la tierra, la Libro de Apocalipsis presenta el mismo conflicto a escala cósmica.
Según Revelación 12:7–12, el Arcángel Miguel, comandante de la hueste celestial, lidera a los ángeles en la batalla contra el dragón rojo, identificado como la serpiente antigua, el diablo o Satanás. El dragón es derrotado, expulsado del cielo y arrojado a la tierra.
Esta imagen ha dado forma a siglos de arte occidental. Un ejemplo destacado es la estatua de la Fontaine Saint-Michel de París, terminada en 1860, que representa al Arcángel Miguel de pie triunfante sobre Satanás. Estas imágenes simbolizan la restauración del orden divino y la ley moral.
Una vez abatido, el dragón rojo no abandona su oposición a Dios. En cambio, dirige su hostilidad hacia la humanidad, rechazando la fe, la tradición y el orden moral, mientras busca influencia a través de agentes terrenales, para destruir a la humanidad.
El comunismo como representante terrenal del Dragón Rojo: una interpretación civilizacional
En ciertas tradiciones religiosas y filosóficas, el “Dragón Rojo” simboliza una fuerza hostil a lo divino, opuesta a la tradición y destructiva para el orden moral de la humanidad. Dentro de este marco interpretativo, el comunismo es visto no sólo como una ideología política, sino como un indicador terrenal de una confrontación espiritual más profunda—que desafía la fe, la cultura y los fundamentos éticos.
De las sociedades secretas a la ideología revolucionaria
En 1776, Adam Weishaupt fundó los Illuminati bávaros en Alemania. Los registros históricos muestran que la organización promovía el secreto, el engaño y la disciplina ideológica. Mientras los historiadores debaten el alcance de su influencia, algunos comentaristas ven estos movimientos secretos como expresiones tempranas de una corriente intelectual que rechazaba la religión tradicional y la autoridad moral.
A mediados del siglo XIX, esta corriente adoptó una forma política más explícita. En 1848, Karl Marx y Friedrich Engels —miembros de la Liga Comunista, que evolucionó a partir de asociaciones radicales anteriores— publicaron El Manifiesto Comunista. Su primera línea decía la famosa frase: “Un espectro acecha a Europa —el espectro del comunismo” Para muchos contemporáneos, este “espectro” no representaba progreso, sino un desafío fundamental a la religión, la tradición y las normas morales heredadas.

Poder a través de la revolución, cultura a través de la destrucción
Los movimientos comunistas buscaron el poder a través de la lucha de clases y la violencia revolucionaria. Desde la Comuna de París de 1871 —que vio una destrucción generalizada de monumentos culturales— hasta la Revolución bolchevique de 1917, y más tarde el establecimiento del régimen comunista en China en 1949, los críticos argumentan que cada etapa estuvo acompañada de ataques sistemáticos a la cultura tradicional, los sistemas de creencias y los estándares éticos.
El Manifiesto comunista Él mismo afirma abiertamente que el comunismo tiene como objetivo “abolir las verdades eternas” y abolir la religión y la moralidad en lugar de reformarlas. Para muchos observadores, esta declaración es fundamental para comprender por qué los regímenes comunistas se han enfrentado repetidamente con las comunidades religiosas y las civilizaciones tradicionales.
Un conflicto civilizacional más amplio
Desde esta perspectiva, el conflicto no es meramente político sino civilizacional. La hostilidad del comunismo hacia la religión y la tradición moral se considera inseparable de su lógica gobernante. Ya sea enmarcada en términos teológicos o en una crítica filosófica secular, la pregunta sigue siendo la misma: ¿puede una sociedad perdurar cuando desmantela sistemáticamente los fundamentos morales sobre los que fue construida?
Para los comentaristas de Vision Times, esta pregunta no se refiere sólo a la teología, sino a la historia, la dignidad humana y las consecuencias a largo plazo de la ideología cuando el poder se coloca por encima de la conciencia.
Un campo de batalla espiritual moderno
Esta lucha no ha terminado. Simplemente ha cambiado de forma.
Cabe destacar que el Consulado General de China en Toronto también está ubicado en St. George Street. Durante más de dos décadas, los practicantes de Falun Gong —una disciplina espiritual arraigada en los principios de veracidad, compasión y tolerancia— han realizado protestas pacíficas frente a las embajadas y consulados chinos en todo el mundo tras la campaña del Partido Comunista Chino contra el grupo lanzada el 20 de julio de 1999.

Protestas similares han tenido lugar en Londres, donde la embajada china está situada a menos de una milla de St. George Street. El artículo enmarca estas acciones sostenidas y no violentas como una forma moderna de “matar dragones”— una resistencia basada en la persistencia moral más que en la fuerza.
La única manera de escapar de esta calamidad
En medio de la crisis actual, mientras el Dragón Rojo muestra sus colmillos y asola el mundo, el único camino hacia la supervivencia radica en reconocer la naturaleza oscura y destructiva del Partido Comunista y cortar todos los vínculos espirituales y morales con él. Sólo retirándose del Partido, de la Liga Juvenil y de los Jóvenes Pioneros —organizaciones a las que uno puede haberse unido alguna vez— y negándose a darle legitimidad o apoyo, los individuos pueden escapar del desastre, de manera muy similar a los habitantes de la leyenda que fueron salvados por San Jorge.
La lección de San Jorge perdura: la justicia y el coraje son la espada que derrota al mal. A lo largo de las luchas históricas entre el bien y el mal, cada individuo se ve obligado en última instancia a tomar su propia decisión.









